La evaluación es hoy quizá uno de los temas con mayor protagonismo del
ámbito educativo, y no porque se trate de un tema nuevo en absoluto, sino
porque administradores, educadores, padres, alumnos y toda la sociedad en su
conjunto, son más conscientes que nunca de la importancia y las repercusiones
del hecho de evaluar o de ser evaluado. Existe quizá una mayor consciencia de
la necesidad de alcanzar determinadas cotas de calidad educativa, de
aprovechar adecuadamente los recursos, el tiempo y los esfuerzos y, pro otra
parte, el nivel de competencia entre los individuos y las instituciones también es
mayor.
Quizá uno de los factores más importantes que explican que la evaluación
ocupe actualmente en educación un lugar tan destacado, es la comprensión por
parte de los profesionales de la educación de que lo que en realidad prescribe y
decide de facto el "que, cómo, por qué y cuándo enseñar" es la evaluación. es
decir, las decisiones que se hayan tomado sobre "qué, cómo, por qué y cuándo
evaluar". En general, uno de los objetivos prioritarios de los alumnos es
satisfacer las exigencias de los "exámenes". En palabras de A. de la Orden
(1989): "la evaluación, al prescribir realmente los objetivos de la educación,
determina, en gran medida... lo que los alumnos aprenden y cómo lo aprenden,
lo que los profesores enseñan y cómo lo enseñan, los contenidos y los métodos;
en otras palabras, el producto y el proceso de la educación... querámoslo o no,
de forma consciente o inconsciente, la actividad educativa de alumnos
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